La información es poder
El poder político y el Periodismo siempre han estado vinculados. De hecho, la figura del político-periodista era algo muy habitual en el siglo XIX y principios del XX. La información es poder, y por ello el mayor afán de los que mandan es controlarla. No sorprende, por tanto, que en regímenes dictatoriales los medios de comunicación estén sometidos a una férrea censura, que el objetivo de los gobernantes sea que sólo se escuche una única voz, la suya.
Claro que poder político y Periodismo están interconectados. Los medios de comunicación son los encargados de transmitir a la sociedad el mensaje de los mandatarios y los periodistas son los que ejercen como intermediarios. En este sentido, ganarse el favor del mensajero es un punto a su favor.
Los medios de comunicación están ahí para garantizar la democracia, para fiscalizar al poder, para cuestionar a los políticos, para defender a los ciudadanos. No conviene tenerlos en contra. No hay mejor ejemplo de la fuerza de la prensa que el caso Watergate, que acabó con la dimisión del presidente de los Estados Unidos Richard Nixon.
Y es que el Watergate es, precisamente, uno de esos casos que hacen que se vuelva a recuperar la confianza en el Periodismo. Pero una vez más, cualquier tiempo pasado fue mejor. En una prensa tan partidistas y con unos intereses empresariales y económicos tan fuertes como los que tienen los medios de comunicación españoles actuales, que se volviera a repetir algo semejante es bastante complicado.
Técnicamente es posible, las nuevas tecnologías incluso facilitarían parte del trabajo, sobre todo el documental, que llevaron a cabo Woodward y Bernstein. Sin embargo, los medios, más convertidos hoy en día en empresas que en defensores de su función de garantes de la democracia, no estarían muy por la labor de crearse tantos enemigos. Posiblemente, en Estados Unidos sí que podría llegar a repetirse, sin embargo, en el marco español, que ya de por sí apuesta muy poco por la investigación, no se llevaría a cabo algo similar.