Política Rosa Guilló

21 diciembre 2006

En Irlanda el proceso avanza, en España retrocede

  • Diferencias entre el nacionalismo vasco y el irlandés

Pero aunque nacionalismos, las circunstancias que envuelven a los movimientos independentistas vasco e irlandés presentan bastantes diferencias:

Uno de los aspectos que más difiere entre ambos conflictos son las connotaciones religiosas que presenta la lucha irlandesa y que no aparecen en el nacionalismo vasco. La invasión británica en tierras irlandesas introdujo consigo la Iglesia Anglicana, que fue ganando poder en favor del Catolicismo, que era la religión que profesaban los nativos. Esa confrontación religiosa sigue estando presente.

Otra diferenciación es la reivindicación histórica de cada uno. En Irlanda se trata de un conflicto de carácter colonial al que el Gobierno británico dio en su día una solución insuficiente cuando permitió la conformación de la República Independiente de Eire excluyendo a seis condados del Ulster. En cambio, en el País Vasco no existe colonización alguna. Se trata, en todo caso, de un problema en la configuración del propio Estado, en su concepción de unitario y centralista, pero nunca ha habido un problema de conquista o invasión explícita por parte de España.

Asimismo, se puede decir que ETA es un movimiento relativamente ‘joven’ en comparación con el IRA. La banda terrorista irlandesa apareció por primera vez tras el frustrado levantamiento de Pascua de los republicanos irlandeses contra las fuerzas británicas, que se produjo en las calles de Dublín el 24 de abril de 1916. Por su parte, la tradición de ETA es mucho menor, ya que nace en 1959 para conseguir la independencia de Euskadi.

Además, el nacionalismo irlandés cuenta con mayor apoyo popular que el vasco. De hecho, en las elecciones de 1997 consiguió un 16 por ciento de los votos, un resultado que queda muy lejos para la izquierda abertxale, que en los últimos comicios celebrados en Euskadi, en 2005, concurrió a través del Partido Comunista de las Tierras Vascas y logró el 12,44 por ciento de los votos.

Todo ello conduce a una diferencia fundamental, y es que, mientras, en Irlanda el proceso de negociación es una realidad, en España camina muy despacio, con más nubes que claros. Además, está permanentemente cuestionado y no genera confianza en la sociedad. En este hecho tienen mucho que ver los líderes políticos que encabezan ambos movimientos, puesto que, mientras en Irlanda Gerry Adams ejercía de intermediario entre el grupo armado y el Gobierno británico con autoridad y coherencia, Arnaldo Otegui no hace más que sembrar dudas y generar discrepancias, al tiempo que se deja llevar por los baivenes de ETA.